Ricote, junto con Abarán, Blanca, Ojós, Villanueva y Ulea pasó a pertenecer a la orden de Santiago a finales del siglo XIII y perteneció a esta institución hasta que fueron disueltas las órdenes militares a mediados del siglo XIX. Este territorio constituyó la denominada encomienda del Valle de Ricote.
Las primeras noticias en las que se nos describe este edificio se encuentran en la visita de la orden de Santiago de 1495. La primitiva casa tenía un patio alrededor del cual se encontraba unos soportales, estructura que parcialmente se ha conservado.
Es un edificio que ha llegado hasta nosotros con una distribución que nos permite seguir la descripción que de él se recoge en la documentación de archivo. La descripción de cómo era en 1495 es, a partir del patio indicado, similar a la actual, pues a mano derecha está una sala, y a mano izquierda una escalera, y al final de ella está otra sala que da acceso a otras dependencias, que en el siglo XVI eran cocina, establo y cámara de servicio.
La descripción de esta casa muestra una estructura compleja, con numerosas habitaciones situadas a diferentes niveles y comunicadas por gran número de escaleras.
Esta casa tenía, y tiene, un patio, corral en el documento original, desde donde se daba acceso a otras casas de servicio.
El absentismo de los comendadores y el desinterés de los administradores, más preocupados por la obtención de rentas de los bienes santiaguistas que por el mantenimiento de las propiedades de la Orden, hizo que la casa de la encomienda se encontrase a principios del siglo XVIII en ruinas. En 1721 buena parte del edificio estaba destruido y sólo las medidas de emergencia abordadas por la orden de Santiago evitaron su derrumbe e hicieron que trece años después se encontrase en buen estado.
La administración de Juan de Llamas supuso un cambio en el estado de conservación de los bienes de la orden de Santiago, la casa de la encomienda volvió en 1734 a figurar sin alusiones a deterioro alguno.